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Novela cap#5: "El diario de una puta"


Por: Fran Agüero


9 de mayo de 2000


Abro los ojos y me reconforto en acariciar mi cuerpo sucio por el pasar de las manos de tantos hombres que ayer me hicieron suya, tantos hombres que se sintieron machos al pagar a una puta para contrarrestar la frigidez de sus esposas. Tantos y tantos machos que no se pueden quedar sin derramar su semén como si se les fueran a hinchar los testículos. Hoy puedo decir que solo soy otra puta más… Hoy puedo asegurarme a mí misma que veo la salida de este mundo más distante que nunca.


Llevo varios días sin escribir pues aún me atormento con el recuerdo de ver a el imbécil ese caminar de la mano con su novia por los pasillos del centro comercial ya mencionado. Me ha llamado no menos de 200 veces, me ha mandado mensajes y caritas para tratar de convencerme que solo le de tiempo de cerrar su “martirio” para correr a mis brazos. Bah que tan estúpido puede ser y que tan estúpido puede ser aún mas mi corazón que se resiste a ponerle el desalojo, que se niega a borrar de cada una de sus paredes su nombre y que se opone a desaparecer su aroma de mi nariz. Y es que aún acá acostada acariciándome puedo soñar con sus delgadas caderas, con su pubis tenso que acaricie como si nunca hubiese conocido varón. Como si no fuera lo que soy… Una puta…


De más está anotar en este diario que el día de ayer llego a mi trabajo con sus impecables converse rojas, sus hermosos lentes de pasta y su amable y penetrante sonrisa de hojalata. Me oculté y rogué a cada una de las compañeras le indicaron que no estaba disponible, que le informaran que me había ido a vivir a China. (Mal no estaría la idea si hablará mandarín). Desde el segundo piso de la pensión lo observe y en silencio simplemente lloré porque recordé y a veces recordar es mucho más doloroso que vivir porque es un ciclo en el que quedas atrapada y a veces tu misma te resistes a salir.


Es momento de levantarse y disponerse a un día más de trabajo, de entallarse la cintura y polvorearse los cachetes. De sonreír y oler a deliciosos jazmines mientras me dispongo a esperar en vitrina algún cliente me elija. Alita


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