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  • 2 ago 2021
  • 2 Min. de lectura

Por: Fran Agüero


9 de mayo de 2000


Abro los ojos y me reconforto en acariciar mi cuerpo sucio por el pasar de las manos de tantos hombres que ayer me hicieron suya, tantos hombres que se sintieron machos al pagar a una puta para contrarrestar la frigidez de sus esposas. Tantos y tantos machos que no se pueden quedar sin derramar su semén como si se les fueran a hinchar los testículos. Hoy puedo decir que solo soy otra puta más… Hoy puedo asegurarme a mí misma que veo la salida de este mundo más distante que nunca.


Llevo varios días sin escribir pues aún me atormento con el recuerdo de ver a el imbécil ese caminar de la mano con su novia por los pasillos del centro comercial ya mencionado. Me ha llamado no menos de 200 veces, me ha mandado mensajes y caritas para tratar de convencerme que solo le de tiempo de cerrar su “martirio” para correr a mis brazos. Bah que tan estúpido puede ser y que tan estúpido puede ser aún mas mi corazón que se resiste a ponerle el desalojo, que se niega a borrar de cada una de sus paredes su nombre y que se opone a desaparecer su aroma de mi nariz. Y es que aún acá acostada acariciándome puedo soñar con sus delgadas caderas, con su pubis tenso que acaricie como si nunca hubiese conocido varón. Como si no fuera lo que soy… Una puta…


De más está anotar en este diario que el día de ayer llego a mi trabajo con sus impecables converse rojas, sus hermosos lentes de pasta y su amable y penetrante sonrisa de hojalata. Me oculté y rogué a cada una de las compañeras le indicaron que no estaba disponible, que le informaran que me había ido a vivir a China. (Mal no estaría la idea si hablará mandarín). Desde el segundo piso de la pensión lo observe y en silencio simplemente lloré porque recordé y a veces recordar es mucho más doloroso que vivir porque es un ciclo en el que quedas atrapada y a veces tu misma te resistes a salir.


Es momento de levantarse y disponerse a un día más de trabajo, de entallarse la cintura y polvorearse los cachetes. De sonreír y oler a deliciosos jazmines mientras me dispongo a esperar en vitrina algún cliente me elija. Alita


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  • 12 jul 2021
  • 2 Min. de lectura

Por: Fran Agüero


27 de abril de 2000


Ayer lo vi... Ayer lo conocí.... ¿Será que existe el amor? Será que las putas tenemos derecho a enamorarnos. Hoy escribo este diario llena de ilusión, de alegría y de emoción. ¡Qué error! nunca debes poner tu corazón donde pones tu cuerpo, es lo primero que te dicen al ingresar a este negocio. Y ahí estaba él. Desde que ingresó al hotel me percate de su hermosa sonrisa, de sus destellantes ojos color miel, su cabello perfectamente peinado y sus lentes de pasta. Ah sus lentes de pasta detrás de los que se esconde. Enigmático, serio, amargado pero en fin todo lo que siempre soñé.

Comenzó a recorrer el hotel y no me iba a ver. De pronto se me acercó y con un tierno "hola" mi cuerpo comenzó a temblar y a sentir la experiencia de algo que no se como describir. Conversamos un rato, reímos, nos besamos.... nos besamos... y nos volvimos a besar... ahhh que asco como puedo estar poniendo el corazón en esto, es otro más que se irá al terminar la magia de la excitación. Ale despertá el amor no existe, me repetía a mi misma constantemente.


Me invitó a la habitación... Accedí pero le aclaré que me sentía en peligro. Que me sentía vulnerable a sus besos y caricias. Llegamos al cuarto y realmente hicimos el amor. Me tomó entre sus frágiles manos y al terminar me dijo: "Todo es tan natural". Se levantó, se vistió y después de una discusión aceptó irse sin pagar.


Es que no podía aceptar su dinero. Es que no podía transaccionar con aquel hombre tan maravilloso que le entregaría mi alma si me lo pidiera. Y ahí me quedé. Sola en la cama... Por primera vez en muchos tiempo una lágrima volvió a salir de mis ojos y esta lágrima en específico tenía nombre y se llamaba soledad.

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  • 5 jul 2021
  • 2 Min. de lectura

Por: Fran Agüero


23 Marzo 1999.


Hoy cumplo un año de haberme venido a San José.... Un año de haber transformado mi vida... Un año de sentirme sucia día tras día. De tratar de lavarme el cuerpo de las manos que lo acarician, pero no hay jabón que me quite este olor, que me quite esta suciedad que siento está por debajo de mi piel. Este asco que siento y esta fragilidad que tengo que disfrazar con sonrisas y mucho maquillaje.


Hoy es un día especial porque también cumple años mi abuela. La mujer valiente, el roble de la familia. La que de niña me enseño a pintarme y a juguetear con los tacones. La que si hoy viera en lo que me convertí no se sentiría para nada orgullosa. Sin embargo aún por las noches repito las oraciones que me enseñó, me persigno y en silencio imagino su bendición antes de salir a sonreír y coquetearle a los clientes que vienen por un poco de desahogo.


Estoy algo cansada. Los días han estado malos y estoy un poco harta de esta situación. ¡Fuerza Ale! Algún día saldrás de este lugar.

Nota 2015: Yo llego a SJ con una amiga después de convencerme de venir a trabajar a una sala de masajes. ¿Por qué? La situación en mi natal pueblo a 60km de San José me obliga a salir a buscar el sustento para mi familia. ¡Descarada! me decían algunas. Pero cuando no tenés más que la escuela porque te sacaron para hacer oficio y tu familia tiene las tierras endeudadas, no hay más que salir a vender lo único que es mío y sobre lo que nadie puede decidir ¡Mi cuerpo!. Resaltó que este día inicié mi diario y esta es la primera página y acá aún no había llegado a trabajar a una pensión. Trabajaba en un hotel capitalino y alquilaba un dormitorio en San Pedro por la universidad ¡Besos Alita!.


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