La OMS calcula que “más de 800.000 personas mueren cada año por suicidio y esta es la segunda causa de fallecimiento entre los 15 a 29 años de edad”, después de los accidentes de tráfico. Además, hay indicios de que se producen al menos 20 intentos por cada suicidio consumado. La organización internacional propone, entre otras, las siguientes medidas preventivas:
La detección y tratamiento tempranos de la depresión y de los trastornos por consumo de alcohol y otras sustancias.
El seguimiento de las personas que han intentado suicidarse, proporcionándoles apoyo psicosocial.
En el ámbito social, reducir el acceso a los medios para suicidarse.
La adopción por parte de los medios de comunicación de unas normas de información responsable sobre los suicidios.
La incorporación de la prevención del suicidio como uno de los servicios básicos de los sistemas sanitarios.
Los trastornos mentales más relacionados con el suicidio son fundamentalmente los afectivos, como la depresión y el trastorno bipolar, pero también ejerce una poderosa influencia el consumo de alcohol y otras sustancias, así como la combinación de un trastorno afectivo y el abuso del alcohol.
Parece claro que los profesionales de atención primaria y salud mental tienen mucho que aportar, y más si se tiene en cuenta, tal y como resalta la psiquiatra, que se estima “que hasta el 75% de los que se suicidaron habían pasado recientemente por el médico de primaria y hasta el 25% habían acudido a algún dispositivo de salud mental”.
El diagnóstico y tratamiento temprano de enfermedades como la depresión por parte de profesionales de la salud mental tiene un claro impacto en una menor tasa de suicidios.
La especialista insta a buscar ayuda profesional de forma precoz porque se ha comprobado que, una vez que surgen pensamientos relacionados con el suicidio, muchas veces hay un avance gradual hacia las ideas a la planificación, el siguiente paso son ciertos gestos, luego hay un intento y, finalmente, puede llegar la consumación.
Se puede hacer mucho para frenar ese avance paulatino, y con mayor razón cuando se produce un primer intento. Es entonces cuando deben saltar todas las alarmas.“En hasta un 50% de los suicidios consumados ha habido un intento previo”, destaca Riaza. “En muchos casos hay una atención urgente inmediata, pero luego hay una sensación de abandono y de que nada ha cambiado”.
Por eso, para no dejar abandonada a ninguna persona, existen programas específicos en los servicios de salud mental de la comunidades autónomas para activar un protocolo de atención y seguimiento a las personas que han intentado suicidarse porque “en los primeros días y hasta el año es cuando hay más riesgo de repetición”.
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