Por: Oscar Andrés Quirós Solano
Había llegado el jueves 13 de junio que marca el cierre de una etapa, cursaba mi último año de secundaria. Al principio el día era normal, me levanté temprano, me bañé y tomé un té como de costumbre para irme a las clases correspondientes, estaba un poco nervioso ya que me preparaba para dar mis palabras en el Traspaso de Poderes Estudiantil después de haber sido electo por dos periodos consecutivos.
No quería que el cierre fuera común luego de haber anhelado tanto llegar hasta ahí ese final debía marcar un antes y un después, tenía que agradecer al personal docente que me había impulsado y aquellos amigos que me apoyaron durante el proceso así que encargué un detalle para cada uno además en el trascurso de la administración me enteré que el Liceo de Paraíso no contaba con un Pabellón Nacional, lo comenté con mis padres para saber si existía la posibilidad de donarlo y entregarlo en el traspaso y mi papá siempre ha sido muy patriótico entonces no hubieron “peros”.
La mañana se fue muy rápido cuando me percaté ya era la 1:30pm y estaba en el gimnasio teniendo el último ensayo para entregar la cinta al gobierno entrante. A eso de las 3:00pm dio inicio el acto cívico, hubieron algunas presentaciones y luego comencé a dar el discurso; todo salió a la perfección a pesar de los nervios lo dije con fluidez, después di los agradecimientos y les entregué las muestras de cariño a mi gabinete y a los profesores. Para concluir, colocamos la bandera en el asta, seguidamente se hizo el traspaso de poderes y el nuevo Presidente Estudiantil procedió a dar sus palabras, en ese trascurso yo observaba el Pabellón Nacional y mientas lo apreciaba bajaron unas lágrimas por mis mejillas ya que recordé el tiempo que tuvo que pasar para que pudiera cumplir esta meta.
Mi niñez no fue fácil debido a que durante toda mi primaria sufrí de acoso escolar, yo no conocí un recreo con amigos, eran en el aula o en la parte trasera de la biblioteca sin compañía de nadie, también hay que sumar la agresión psicológica y física que me hizo pensar en dejar mis estudios al igual que tener pensamientos suicidas alrededor de mis 10 años. La administración de la escuela a pesar de la insistencia de mis padres nunca hizo nada por brindar alguna ayuda o por encontrar una solución, simplemente pensaron que todo pasaría con el tiempo, pero no fue así.
Muchas veces lloré haciéndome las preguntas ¿por qué yo? ¿qué hice mal? ¿por qué me hacen esto? Nadie a tan corta edad debería de preguntase eso en pleno inicio de su vida. Al experimentar el acoso quedaron demasiadas marcas como inseguridades físicas y emocionales que no le deseo ni a mi peor enemigo con el tiempo aprendí a vivir con ellas y las fui dejando atrás, también logré perdonar a aquellos que me hicieron tanto daño y hoy pudo decir que si los veo no les guardo ningún rencor, siempre soñé en la escuela en crear un partido político pero dada la situación era algo imposible. Cuando llegué al colegio el maltrato escolar fue quedado atrás, todo fue claramente distinto, era un ambiente más maduro, un nuevo comienzo. Conocí nuevas personas, me integré en varios grupos que además me permitieron conocer gente que había vivido lo mismo que yo y la participación en el Gobierno Estudiantil me abrió grandiosas oportunidades para perderle el miedo a mi incertidumbre.
Ese jueves me acordé de aquel Oscar de 10 años que muchas veces tuvo una sonrisa y que se la arrebataron, que estuvo solo por mucho tiempo, ese niño nuca supo ni entendió porqué y a pesar de eso no se rindió, no dejó las cosas ahí sino que siguió en busca de esa respuesta y ese día la encontró.
La vuelta al pasado me hizo darme cuenta de que primero había cumplido una de las metas de mi infancia que descarté 7 años atrás, además fueron dos veces seguidas, también ya no estaba solo estaban ahí mis amigos más cercanos, aquellas personas con las que siempre soñé que me habían apoyado durante ese lapso y que me dieron su amistad y su lealtad, al igual recordé las inseguridades que tenía al inicio cuando me decidí a formar un partido político las cuales murieron hace mucho tiempo.
Mis amigos siempre supieron que el haberme postulado era muy significativo pero nunca se enteraron porqué, cuando vieron mis lágrimas pensaron que estaba triste por el fin de esta etapa, jamás les conté que realmente esas gotas que corrían por mis mejillas eran por ellos y por mí.
Ese día entendí que esos abusos que sufrí eran necesarios para ser el Oscar que soy hoy para tener esa fuerza y esa perseverancia, sé que pueden venirse situaciones peores pero si superé eso podre con más, también aprendí a esperar, a veces presionamos tanto las cosas que no funciona por haber insistido en exceso, es mejor dejarnos sorprender por la vida y darse cuenta de que tiene ella para nosotros.
En algún momento quiero crear una fundación que se dedique a capacitar y ayudar a salir adelante a las personas que sufren o sufrieron acoso escolar, para demostrarles que haber vivido esto no es un impedimento para desenvolverse, sé lo difícil que es sentirse completamente solo y también lo duro que es dejar eso atrás, no es fácil pero tampoco imposible con él.
Muchos desertaron sus estudios y sueños, se han quitado su vida porque ya no pueden más yo pude haber sido una de esas personas pero decidí luchar. Sé que aún hay hombres y mujeres que están luchando con secuelas y lo que les puedo decir es que en algún momento se irán y quedará sólo una pequeña cicatriz con la que se aprende a vivir. A los que sufren acoso escolar, no se queden callados luchen, no permitan que esos anhelos sean silenciados como yo lo permití.
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