Por Frn Aguero Creativo, diseñador y stand up comedy
Celebramos hoy la fecha menos respetada del calendario.
Porque también celebramos a esas madres que son padre, a esos tíos que nos criaron como un padre, al abuelo que nos crió y podría seguir horas citando ejemplos, sin embargo olvidamos que la responsabilidad de la crianza no otorga per se el título de padre.
Desagradecemos el milagro de la vida y olvidamos que tuvo que haber la participación de un caballero en el acto copulativo para que usted y yo estuviésemos frente a estas líneas respirando.
No es de mi conocimiento que la vida se engendre a partir de solamente de un óvulo y con esto no quiero caer en discursos sentimentalistas y religiosos de defender la familia tradicional.
Es mi intención reflexionar sobre la no invisibilización del progenitor. El que usted y yo no nos atribuyamos facultades de divino juez y decidamos omitir de nuestras vidas a aquel hombre que colaboró en la procreación.
En casos normales y en la mayoría de las situaciones fue producto de un acto de amor, bueno y ese amor puede ser de una noche, minutos si el caballero era precoz o de larga data eso no importa acá.
Las situaciones posteriores no vienen al caso. ¿ Por qué no soltar los aprendizajes que con sesgo y un corazón lastimado al sonar de Amanda Miguel nos inculcaron de pequeños? ¿Por qué no pensar que siempre hay dos versiones de la historia? O simplemente porque no soltar el pasado que nos contaron, soltamos el rencor furibundo y en un momento de sanación interior perdonamos a aquel sujeto y en la intimidad de nuestro silencio decimos ¡Gracias papá porque me diste la vida! Y dejamos de felicitar al abuelo, al tío y al vecino que si bien es cierto son personas maravillosas que puede que sean ángeles que asumieron nuestra crianza sin corresponderles al final de la historia ¡No son papá!
Miserere Pater porque no te he reconocido...
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