Por: Fran Agüero
14 de Mayo de 2000
¡Maldita sea mil veces la ansiedad de no poder besar sus labios! Malditos sean los recuerdos que me atormentan y que me hacen recordar, ese olor que aún puedo inhalar en cada centímetro de mi efímera y sucia piel. Han pasado 5 días desde que llegó a buscarme y me arrepiento de haberme escondido, ¿Es que si tan solo tuviera el valor de ir y pararmele de frente y gritarle lo mucho que lo amo y lo mucho que provocó en mí en aquellos fugaces encuentros. ¡Respira Alita que estás perdiendo el control! Respiro… Respiro de nuevo… y escribo. Escribo para liberarme de los malos pensamientos, para drenar las malas energías y sacar de mi este enamoramiento que me atormenta.
Cierro los ojos y recuerdo su fea cara blanca y paliducha, sus espantosos lentes de pasta roja que enmarcan esos ojos color miel, sus pelo impecablemente peinado hacia atrás y su cara alargada como cuchillo con su sonrisa blanca y perfecta decorada con sus frenillos que hacen su sonrisa tan particular y hacen que al hablar haga ese zumbidito tan tierno que cuando lo escucho me derrito de pies a cabeza. ¡Alto! Esto no está funcionando. Y es que como le explico al corazón que no se enamore de nuevo y que no guarde las esperanzas de volver a verle y sentir todo aquello que me hizo sentir viva por una vez, bueno de pronto por dos veces y si mal no recuerdo por tres.
A este punto he pasado 5 minutos en silencio con el lapicero en la mano, en mutis diría mi buen amigo Alonso el actor y profesor de teatro que me sirvió de paño de lágrimas en tantas ocasiones cuando volvía de trabajar en la madrugada a aquel cuartucho en “La Cali” y el volvía borracho y solo después de una barra libre en algún bar gay de mala muerte. ¿Qué cosas no? ambos en mundos tan diferentes pero consumidos en la soledad. ¿Será que la sociedad en general está destinada a la soledad y luchamos contra un gigante que nunca se podrá vencer? ¿Será que el cuento de las princesas y los príncipes en realidad es eso? Un cuento.
Vuelvo a mi silencio y a mi mutis y me resuena en la cabeza ese número, esa frase. ¡Me sentí viva por tres veces! ¿Tendré acaso derecho a una cuarta vez? No lo creo Alita, deja de pedirle peras al olmo y mejor dormí que mañana es un día pesado. Quiero dejar constancia en este diario que hoy me siento optimista, a pesar de estar corroída por el desencanto de desear ver a mi verdugo emocional con todas mis fuerzas y con todas las vibraciones del universo, agradezco la vida, este techo y esta deliciosa sopa maruchan de camarón que me llena de químicos y nutrientes para afrontar esta vida, hecha mierda pero vida al fin y al cabo.
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