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Perla: “ORGULLOSA DE LA NEGRA QUE SOY”


Por: Afro


Perla Ivania Wilson McCoy, nació en la Ciudad de los Campos Azules, hace treinta y nueve años. Es hija de un afrodescendiente y de una Rama.

Sus abuelas maternas y paternas pertenecen a la etnia Rama y sus abuelos materno y paterno, a la etnia Creole. Una mezcla de sangre indígena, con la de los aguerridos negros, procedentes del África ardiente. Ese es su mayor orgullo, esa mezcla afro-indígena.

Los rasgos físicos de Perla denotan la fuerza de ambos ascendentes, pero, su negritud sobresale, por su color y la crianza bajo la cultura negra.

Ella lo admite al afirmar “me identifico como una mujer creole, soy una mujer afro”. Pero, su otra sangre, no es menos. Sus ojos brillan de orgullo al decir “me gustan mis raíces, por mis venas corre sangre de la etnia Rama”.

Es egresada de las carreras Informática Administrativa y Sociología con Mención en Autonomía.


SE INVOLUCRÓ DE LLENO


Desde muy joven, Perla se involucró en la defensa de los derechos humanos, de mujeres y menores caribeños, también, ha contribuido con el trabajo organizativo y empoderamiento de cuatro organizaciones de mujeres.

“Soy una mujer afro, feminista, joven y activista, que lucha por los derechos de las mujeres, adolescentes, niñas y niños”.


Ella lo hace desde las organizaciones feministas “Voces Caribeñas y “Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas, y de la Diáspora”, de las que es miembro hace muchísimos años y, desde Bluefields, es el Enlace de ambas. También lo hizo desde La Corriente Joven Feminista y la Red de Mujeres Contra la Violencia.

Su incursión en la defensa de los derechos de mujeres y niñez, del Caribe de Nicaragua, fue inspirada por su madre Antonia McCoy, quien vio a su hija, madre soltera, apagada, aburrida, pensativa, alejada y poco comunicativa.


SU INGRESO A “VOCES CARIBEÑAS”


La madre le dijo que, haría las gestiones necesarias, para que ingresara a Voces Caribeñas, y, desde entonces, inició su proceso de formación feminista, con capacitaciones en temas de violencia hacia las mujeres e incidencia política. Dos años después, ingresó a La Corriente Joven Feminista, a la que considera su escuela, y luego a la Red de Mujeres Afro.

“Voces Caribeñas”, es una organización multiétnica, diversa, trabaja con mujeres de todas las etnias. Se ha capacitado a mujeres de El Bluff, Laguna de Perlas, Bluefields y Corn Island.

“En Bluefields, trabajamos los temas de violencia, tipos de violencia e incidencia política. Con los jóvenes, estamos trabajando nuevas masculinidades, derechos sexuales y reproductivos, empleabilidad y emprendedurismo”.


PERLA, POR LA LUCHA DE LA MUJER NEGRA LATINA



En la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas, y de la Diáspora, trabajan exclusivamente con mujeres negras de doscientos cuarenta países, por los derechos de las mujeres afro, contra el racismo, por la visibilización de las mujeres negras y otros.


Trabajó en la Secretaría de la Mujer del Gobierno Regional Autónomo en el Caribe Sur, donde, junto a varios periodistas y medios de comunicación, realizaron el Manual del Periodista, implementado años después con Voces Caribeñas, con algunos periodistas del Caribe Norte y Sur.

El objetivo de este manual, era para hacer un cambio en el lenguaje sexista al abordar la noticia, en los casos de violencia, violación o cualquier agresión contra mujeres y niñez. El mismo funcionó por un tiempo.


SIN REDES


La situación económica, política y social de Nicaragua, ha cambiado todo. Las relaciones y coordinaciones con instituciones públicas que trabajan el tema de mujeres, niñas y niños, ha tenido un giro, en detrimento de los derechos de esta población vulnerable.

Siempre hubo muy buena coordinación con la Secretaría de la Mujer del Gobierno Regional Autónomo, el Ministerio Público, la Comisaría de la Mujer y el Instituto de Medicina Legal, con las organizaciones civiles que trabajan por los derechos de estas personas.

La coordinación era desde interponer la denuncia, atención psicológica, no demora de dictámenes legales y psicológicos. Permitían el acceso de las activistas, para acompañar a la víctima en todo el proceso, en las audiencias preliminar, inicial y en el juicio y más allá.


DESDE HACE TRES AÑOS TODO ES MÁS DIFÍCIL


De tres años para acá, “todo se derrumbó”, dice Perla. No permiten que las víctimas, entren a esas instituciones acompañadas con ningún representante de las organizaciones de mujeres, dejando en desventaja a esas mujeres, niñas y niños, que buscan y necesitan el acceso a la justicia.

Esa red interinstitucional, hoy por hoy, es solo una ilusión. Desde las organizaciones “sabemos que esa ha sido la política desde el Estado, del gobierno, de no trabajar con las organizaciones de mujeres”, confirma Perla.


En el Centro de Atención Psicosocial (CAPS), adscrito al Ministerio de Salud (MINSA), atiende la psicóloga Kathy Willis, quien siempre ha mantenido su ética profesional y calidad humana, en la atención de personas violentadas, que buscan un alivio a la situación por la que atraviesan.


PERLA, MÁS ALLÁ DE LA ACTIVISTA



Perla, se reconoce como una mujer heterosexual con relaciones lésbicas. No le importan los comentarios de unos y otros. “Eso surgió y hasta el día de hoy, tengo una pareja mujer y me siento bien”.

Los comentarios, el morbo, van y vienen, pero, nada le importa. “La única opinión que me interesa es la de mi hijo y la de mi madre, que han sido indudablemente un apoyo para mí, me han aceptado, no me juzgan”, dice categórica y hasta con cierto brillo en sus ojos.

Las lágrimas, corren escurridizas por las mejillas de Perla, al recordar que su hijo sufrió mucho, cuando ella comenzó su relación lésbica, hace más de ocho años atrás. En el barrio donde vivían y en el colegio donde estudiaba su hijo Enrique, recibió golpes, burlas y comentarios fuertes, por la opción sexual de su mamá.


Vecinos y compañeritos de clases, le gritaban “tu mamá es cochona, tu mamá es lesbiana”. La burla, el hazme reír, los comentarios fuera de lugar y grotescos, de algunas maestras contra este niño, dan cuenta de la homofobia estructurada en instituciones públicas, pasando por el Ministerio de Educación (MINED), donde se interpuso una queja por esta situación y el silencio total, fue el mejor cómplice para esta institución estatal.

El tiempo, el crecimiento de su vástago y haberlo metido en las capacitaciones, talleres y otras actividades, han hecho de su hijo, un chavalo maduro que reflexiona y entiende la decisión de su progenitora. “Él, ya tiene dieciocho años, puedo salir con él y mi pareja y no pasa nada, me respeta y me dice que esa es mi decisión. Me gusta eso de él”.


QUEDÓ MARCADA


Perla, mujer de carne y hueso, susceptible, romántica y llorona, a como se define, sufre cada situación que atiende, aunque no conozca a la persona que busca justicia, un alivio o un consuelo. Se involucra como si fuese un familiar cercano.

Tres casos de violencia ocurridos en el Caribe Sur la han marcado de por vida: el caso de Susana Zamoran, originaria del Municipio El Tortuguero. Su compañero de vida, con quien procreó tres hijos, le propinó innumerables machetazos en distintas partes de su cuerpo, hasta cercenarle ambos brazos. Hoy, es sobreviviente de violencia y vive en Bluefields. Perla, la acompañó en todo el proceso y aún la apoya en algunas situaciones.

El caso de la niña Rosita, oriunda del Municipio Cruz del Río Grande, donde fue violada por un hombre de la tercera edad, y, quedó embarazada. Se hizo todo el proceso judicial y fue condenado, luego, indultado por presuntos problemas de salud. Regresó al municipio, a asesinar a Rosita.

“Ese caso, me da mucha conmoción. ¿Cómo es posible que las autoridades, sigan sacando por indulto a los asesinos de mujeres, a los femicidas?, se pregunta Perla, sollozando, al recordar estos hechos. “No hay acceso a la justicia, para las mujeres en Nicaragua”, se queja.


PARA “LAS MUJERES VÍCTIMAS DE FEMICIDIO NO HA JUSTICIA”


El caso de Alejandra, del Sector Punta Gorda Municipio de Bluefields, quien quedó en estado vegetal, por los incontables golpes y heridas que le propinó su compañero de vida y padre de su bebé de meses.


El niño lloraba mucho, eso molestó a su progenitor, quien empezó a golpearlo, Alejandra, reclamó al agresor quien continuó hasta causarle la muerte a golpes a su bebé. Luego, con un machete, causó graves y severas lesiones a Alejandra. La cortó en los brazos, la cabeza, la cara, las piernas, en todo su cuerpo tenía heridas propinadas con machete. La siguió agrediendo, hasta causarle daños severos e irreversibles y dejarla en estado vegetal.

“La justicia es nula en nuestro país. En el caso de las mujeres víctimas de femicidio no hay justicia para ellas, no hay justicia para su familia, no hay justicia para sus hijos. Estamos en un país, donde la seguridad y el acceso a Lajusticia para las mujeres, es nula”.


ENTRE LA DISCRIMINACIÓN Y EL RACISMO PERLA CONTINÚA SU ACTIVISMO


Recientemente, fue a un supermercado en Bluefields, acompañada de una amiga. Un trabajador del local, al verlas, comentó a otro “¿cómo harán esas dos, para tener intimidad?” Perla se molestó, porque, su amiga no es su pareja ni es lesbiana, pero, ambas, dejaron pasar el comentario.

Su trabajo, sin ánimo de lucro en los últimos dieciséis años, en esas organizaciones que luchan por la igualdad de género, ha reconocido su desempeño y las representó, en foros internacionales, en Uruguay, Brasil, Estados Unidos y Colombia.

En uno de esos viajes, estaba en el aeropuerto de un país, junto a una colombiana y una salvadoreña, las tres negras. Ya habían cumplido con los rigores de chequeo para salir de ese país y andaban caminando por los pasillos, vestidas con turbante, pelo amarrado y vestido afro, atuendos propios de su cultura.

Las obligaron a quitarse el turbante y les registraron el pelo, bajo sospecha de llevar algún tipo de droga. “En ese momento, yo sentí que me violentaron mis derechos como mujer y como persona afro, porque, la etiqueta es que, toda persona afro, hombre o mujer, que lleve turbante o pelo lask, es drogadicto o esconde algo”.

Estas, son tan solo dos pésimas experiencias vividas, durante los treinta y nueve años de existencia de Perla Ivania Wilson Mccoy. Ella, valora más y mejor, el cúmulo de ricas e irrepetibles historias que la hicieron crecer como mujer, negra, madre, activista y ciudadana de bien.



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